"Y NOS SACO DE LA MISERIA"
miércoles, 26 de marzo de 2014
martes, 18 de marzo de 2014
Sábado Santo
El Sábado Santo (denominado hasta la reforma litúrgica de 1955 Sábado de Gloria) es el nombre que algunas denominaciones cristianas dan al sábado de la semana del primer plenilunio de primavera. Es el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con las segundas Vísperas del Domingo de Resurrección culminando así para los cristianos la Semana Santa. Tras conmemorar el día anterior la muerte de Cristo en la Cruz, se espera el momento de la Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su Descenso al Abismo. Una vez ha anochecido, tiene lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección" (Circ 73).
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.
La Iglesia también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan. Pueden ser expuestas en la Iglesia, a la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo. Hoy la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa. La Sagrada Comunión puede darse solamente como viático. No se conceda celebrar el Matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción de la Penitencia y la Unción de los Enfermos.
Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".
Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."
El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.
Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor:
"se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).
Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:
"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".
La celebración es el sábado por la noche, es una Vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición (Ex. 12, 42), de manera que los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio (Lc. 12, 35 ss), tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando vuelva, para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
Se bendice el fuego. Se prepara el cirio en el cual el sacerdote con un punzón traza una cruz. Luego marca en la parte superior la letra Alfa y en la inferior omega, entre los brazos de la cruz marca las cifras del año en curso. A continuación se anuncia el Pregón Pascual.
En la Liturgia de la Palabra, en ella la Iglesia confiada en la Palabra y la promesa del Señor, media las maravillas que desde los comienzos realizó Dios con su pueblo.
Se llama a los catecúmenos, quienes son presentados ante el pueblo por sus padrinos: si son niños serán llevados por sus padres y padrinos. Se hace la renovación de los compromisos bautismales. Al acercarse ya el día de la Resurrección, la Iglesia es invitada a participar en el banquete eucarístico, que por su Muerte y Resurrección, el Señor preparó para su pueblo. En él participan por primera vez los neófitos.
Toda la celebración de la Vigilia pascual se realiza durante la noche, de tal manera que no se vaya a comenzar antes de iniciarse la noche, o se termine la aurora del Domingo. La Misa, aunque se celebre antes de la media noche, es la Misa Pascual del Domingo de Resurrección. Los que participan en esta misa, pueden volver a comulgar en la segunda Misa de Pascua.
Viernes Santo
El Viernes Santo es una de las principales celebraciones de la religión del Cristianismo, dentro de la denominada Semana Santa. Este día se recuerda la Muerte de Jesús de Nazaret. En este día, la Iglesia Católica manda a sus fieles guardar ayuno y abstinencia de carne como penitencia.
Loa Católicos continuan siguiendo una antiquísima tradición, en este día no se celebra la Eucaristía y se adora la Cruz. En lugar de la Misa, se celebra la "Liturgia de la Pasión del Señor" a media tarde del viernes, de ser posible cerca de las tres de la tarde, hora en la que se ha situado la muerte del Señor en la cruz. Por razones pastorales puede celebrarse más tarde, pero no después de las seis de la tarde.
El sacerdote y el diácono visten ornamentos rojos, en recuerdo de la sangre derramada por Jesucristo en la cruz. Los obispos participan en esta celebración sin báculo y despojados de su anillo pastoral. Antes de iniciar la celebración, el templo se presenta con las luces apagadas, y de no ser posible, a media luz. El Altar (y los laterales) se encuentran sin manteles ni adornos, mientras que a un costado de éste, ha de disponerse un pedestal para colocar en él la santa cruz que será ofrecida a veneración. El comienzo de esta celebración es en silencio.
El sacerdote se postra frente al altar, con el rostro en tierra, recordando la agonía de Jesús. El diácono, los ministros y los fieles se arrodillan en silencio unos instantes. El sacerdote, ya puesto de pie, se dirige a la sede donde reza una oración (a modo de oración colecta). En seguida, estando los fieles sentados, se proclaman dos lecturas, la primera del profeta Isaías (el siervo sufriente) y la segunda del apóstol san Pablo, intercaladas por un salmo ("Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu").
Después tiene lugar la veneración del Árbol de la Cruz, en la cual se descubre en tres etapas el crucifijo para la veneración de todos. El sacerdote celebrante va a los pies de la iglesia junto con dos personas (diáconos o monaguillos normalmente) que portan unos cirios y va avanzando con la cruz tapada con una tela oscura o roja y la va destapando mientras canta en cada etapa la siguiente aclamación: " Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la Salvación del Mundo", respondiendo los fieles y el coro "Venid a adorarlo", de modo que al llegar al Altar queda totalmente descubierta. A continuación los sacerdotes besan la cruz y después todos los fieles. Mientras, se suele cantar alguna canción, la única en toda la celebración. Las que están mandadas en el Misal Romano son tres, que se cantan a continuación una de otra: Los "Improperios" o reproches de Jesús al pueblo, el "Crux Fidelis" ("Oh Cruz fiel", alabanzas a la cruz de Cristo), y el "Pange Lingua" (Canta Oh Lengua, himno eucarístico, que se canta durante el traslado del Santísimo Sacramento desde el Monumento al Altar).
Junto a las ceremonias que tienen lugar en los templos, en muchos lugares se conmemora el Viernes Santo con el rezo del Vía Crucis literalmente el camino de la cruz, donde a través de catorce estaciones se rememoran los pasos de Jesús camino a su muerte. Este suele realizarse en el templo (donde hay representaciones pictóricas o relieves de las estaciones) o por las calles en torno al mismo. En algunos lugares existe la costumbre de que algunos fieles, debidamente caracterizados, dramaticen las distintas estaciones. También es costumbre en algunos lugares la meditación de las Siete Palabras que Jesús pronunció en la Cruz. En otros sitios se celebra la procesión del Santo Entierro y el turno de vela ante el sepulcro.
En muchos lugares por la mañana del Viernes Santo, al igual que al día siguiente, suelen predicarse retiros espirituales y se dispone de sacerdotes atendiendo confesiones. El Viernes Santo es el único día del calendario litúrgico católico donde no se celebra la Misa, como luto por la muerte del Señor. Las campanas permanecen mudas, siendo sustituidas en algunos lugares por matracas de madera. Tampoco el órgano suena, excepto para marcar el tono, y se evita el canto polifónico.
Jueves Santo
El Jueves Santo es una fiesta cristiana que se celebra el jueves anterior al Domingo de Resurrección, dentro de la Semana Santa, y que abre el Triduo Pascual. En este día la Iglesia católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena y el lavatorio de los pies realizado por Jesús.
Una vez que éstos han terminado se rememora la agonía y oración de Jesús en el huerto de los olivos (Getsemaní), la traición de Judas y el prendimiento de Jesús.
En este día, por la mañana, tiene lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se emplearán en la administración de los principales sacramentos. Junto con ello, los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo. Es recomendable litúrgicamente y es de práctica común celebrarla en la catedral de cada diócesis. Este Oficio, puede también según criterio del Obispo Diocesano, adelantarse a los días previos al Jueves Santo (preferentemente entre Lunes y Miércoles de Semana Santa).
Introducción al Triduo Pascual. Los oficios de Semana Santa llegan el Jueves Santo a su máxima relevancia litúrgica. En ésta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua la Resurrección de Jesucristo.
Los Santos Oficios del Jueves Santo se celebran en una misa vespertina en la tarde de dicho día al caer la tarde, a partir de la hora nona, (las tres de la tarde aproximadamente) que es la hora a la que termina el tiempo de Cuaresma. El Jueves Santo es tiempo de Cuaresma hasta la hora nona, es decir, toda la mañana hasta las tres de la tarde. A partir de ahí comienza el Triduo Pascual, que durará desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección. En la celebración, participa junto a los sacerdotes celebrantes, un seglar, que será el que nos irá informando de lo que se va a ir celebrando a lo largo de éstos oficios.
Al comienzo de la celebración, el sagrario debe presentarse vacío y con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.
Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de ésta celebración es el blanco eucarístico sustituyendo al morado cuaresmal. En ésta celebración se canta de nuevo el "Gloria" a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa.
Las lecturas de éste día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo (Prescripciones sobre la cena pascual), la segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este vino , proclamáis la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente, se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de los doce apóstoles y en el que recuerda el gesto que realizara Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y el Ofertorio, omitiendo el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que ocurrirá a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.
En el momento de la Plegaria Eucarística, se prefiere la recitación del Canon Romano o Plegaria I, pues el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo que se celebra en este día (Communicantes, Memento, y relato de la institución ["en esta noche..."]).
Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión por el interior de la iglesia, al llamado "Altar de la reserva" o "Monumento", un altar efímero que se coloca ex-profeso para esta celebración, que debe estar fuera del presbiterio y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. Si el Sagrario no se encuentra en el presbiterio, se puede usar para esto el sagrario habitual ubicado en una capilla lateral. Llegada la procesión al lugar del Monumento, mientras se entona algún himno eucarístico como el Pange Lingua, el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto por el conopeo, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. No da la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de reserva, hace genuflexión y se retira a la sacristía en silencio acompañado de acólitos y ministros.
Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios finalizan de un modo tajante, ya que el sacerdote no imparte la bendición, pues la celebración continuará al día siguiente y es el seglar el que nos informa de que la celebración ha terminado y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.
En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de denudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros revestidos exclusivamente con la estola morada, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia, y en algunos casos los lavan estrujando racimos de uva.
Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el "Monumento", celebrándose la llamada "Hora Santa" en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes de los oficios piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del Jueves Santo. En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de "estaciones", los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto. Desde hace unos años, la Iglesia Católica celebra el Jueves Santo, el llamado Día del Amor Fraterno.
Miércoles Santo
La primera parte de la Semana Santa cristiana llega a su fin con la celebración del Miércoles Santo. Que marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua. Es el día en que se reúne el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.
"En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:-«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:-«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»Él contestó:-«ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:-«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:-«¿Soy yo acaso, Señor?»Él respondió:-«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido».Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:-«¿Soy yo acaso, Maestro?»Él respondió:-«Tú lo has dicho»."
Mateo 26, 14-25
Hoy es el primer día de luto de la iglesia, con esto se llega al fin de la Cuaresma, se anticipa el Jueves Santo y entramos en el corazón de la Semana Grande.
El episodio de la condenación de Cristo por la traición de Judas es el que convirtió los miércoles en días de ayuno para los católicos, aunque luego se pasara la tradición del ayuno a los viernes. En cuanto a la tradición del ayuno durante la Cuaresma, se ha visto reducida a evitar el consumo de carnes los viernes. Por ello también es conocida la Semana Santa, ya que ha dado origen a tradiciones gastronómicas que ya están muy arraigadas y a la preparación de platos que sólo se degustan en estas fechas como es el caso del torrejas, jocotes en dulce y otros platillos mas.
En la liturgia cristiana se da lectura a la Pasión según san Lucas y también se hace la lectura de la traición de Judas Iscariote en este caso en relato de San Mateo. El miércoles, es además junto con el viernes, el día penitencial de los tiempos de penitencia (Adviento, Cuaresma y Témporas), así que intensifican las prácticas piadosas y las procesiones penitenciales.
El miércoles era antiguamente el día determinado por la Iglesia para el ayuno...Hoy en día estas tradiciones han cambiado dejando paso a otras que nos han dejado como herencia especialidades culinarias que sólo se disfrutan durante estos días.Podremos ver que en algunas ciudades salen de procesión imágenes que conmemoran la traición de Judas con su beso, como mencionamos siempre, esto varia de una comunidad a otra, ya que este pasaje en algunas ciudades sale a la calle el Domingo de Ramos.
Como curiosidad mencionar que en algunos lugares de América, las imágenes de Cristo crucificado muestran una llaga profunda en la mejilla izquierda y cuentan que esa llaga representa el beso de Judas.
Al ser estas fiestas las más importantes en la creencia cristiana, se realizan muchos actos importantes que sólo se dan ahora y que servirán a lo largo del siguiente año litúrgico que en esta semana comienza,como es la celebración de la Misa Crismal en ella, los obispos de las distintas Diócesis proceden a la bendición del denominado Santo Crisma, que será utilizado durante el año para los Bautismos, en las confirmaciones y en la unción de los enfermos. Durante la Eucaristía de esta misa los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales. Así para ellos este día cobra más valor a un nivel religioso, no sólo por ser el ecuador de la Semana Santa y ser día grande.
lunes, 17 de marzo de 2014
Martes Santo
El Martes Santo continúan las celebraciones de la Semana Santa, que conforme va acercándose los días de los principales cultos (Jueves y Viernes Santo) siguen su reflexión acerca de diversos pasajes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Son días propicios para la reflexión profunda en los que la Iglesia nos invita como en una “última llamada” a acercarnos al sacramento de la confesión con el fin de estar preparados para vivir la Vigilia Pascual y el gran acontecimiento de la Pascua. El cristiano debe estar en gracia de Dios para participar con toda la Iglesia del gran banquete de la Eucaristía en la Misa más importante del año.
"En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:-«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar».Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:-«Señor, ¿quién es?».Le contestó Jesús:-«Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».Y untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:-«Lo que tienes que hacer hazlo en seguida».Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:-«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: Donde yo voy, vosotros no podéis ir».Simón Pedro le dijo:-«Señor, ¿a dónde vas?»Jesús le respondió:-«Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde».Pedro replicó:-«Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti».Jesús le contestó:-«¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces»." Juan 13, 21-33 36-38
El martes acude al Templo por el camino tantas veces recorrido. Los rostros de los que le acompañan están serios; ya no hay vítores de los acampados alrededor de Jerusalén, ni en la misma ciudad. Pero muchos quieren oír y ver al Maestro, al Hijo de David, al que resucitó a Lázaro, al que se ha proclamado Hijo del Padre eterno. Este día todos los grupos que se oponen a Jesús se van a unir y emplear sus armas dialécticas para destruirle. "Siguieron observando y le enviaron espías que simulaban ser justos para cogerle en alguna palabra y entregarlo al poder y jurisdicción del gobernador"(Lc). Muchas cosas van a quedar claras en este día y mucha va a ser la luz para los de mente y corazón abiertos.
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